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El baúl de Mawey

MORUECO

MORUECO

Es su susurro la sierpe,
sólo son sombras su cuerpo,
nunca te viene de frente,
y desliza su veneno
entre toda la simiente.
Su mirada agazapada
se curva sobre la presa.
Sagaz, de aviesa palabra,
es el rumor que se eleva
surgiendo desde la nada,
humo cobarde que acecha.
Esa fuente que ponzoña
el nacimiento sincero
de una lágrima que roba
ensuciando el ojo ajeno.
Cocinero de carroña,
su repertorio completo
con deslealtades de aroma
a basuras y desechos.
Canta ladrando ironías
para engañar a su dueño
esperando, sin fatiga,
la caricia en el trasero.
Atrapa la mano amiga
entre sus fauces de perro
y su corazón de ortigas.
Caminante de la envidia,
soldado del mal deseo
que provoca cualquier lidia
por la revancha del ego.
Jorobado por el peso
de tanta inútil medalla,
ganadas en mil batallas
provocadas por sus celos.
Pintor de ciegos reflejos
apagando otros espejos,
inflado por el despecho
que rebota sin gracejo.

Adiós trepador infiel,
cobarde, sombra sin frente.
En el zaguán de mi mente,
barreré presto tu piel.

M.A.W. Noviembre 2003®

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